lunes, 27 de abril de 2009

Ausencias

Las reuniones de amigos son parecidas en todas partes. Suelen juntarse creyendo en objetivos comunes que no existen, ríen, y años después no vuelven a verse.
En un bar de Capital se produjo una de tantas, numerosa, con nueve personas hablando casi a los gritos y uno en silencio. Él no decía una palabra. Saludaba educadamente a cada uno, al llegar y al irse, y siempre pedía una gaseosa bien fría. Solía festejar los chistes de los demás, con lo que se ganaba la simpatía del resto, pero tenía una peligrosa costumbre: ante los chistes estúpidos su cara se transformaba en una especie de agravio artístico dirigido hacia el autor.
Una vez, cuando él aún no había llegado, los otros nueve, terriblemente aburridos, descubrieron que no sabían su nombre. Que nunca lo había dicho y que, si lo había hecho, nunca lo habían escuchado. Más aún: ninguno de los nueve recordaba cómo se había sumado al grupo de amigos, o por qué. Nadie lo había visto en otro lugar que no sea el bar. A July, una de las chicas, le pareció haber oído que vivía en Villa Tesei, pero no sabía dónde lo había escuchado. Nadie lo comprobó.
Esa conversación terminó y, minutos después, él llegó, pero sus amigos ya estaban debatiendo si la remera del Morocho era de gay o no. Meses después, él dejó de ir a las reuniones de amigos, sin que nadie lo notara. Y, años después, los amigos dejaron de reunirse. También, sin que nadie lo notara.

domingo, 12 de abril de 2009

Mes 57-58: Prefiero

... Donde concluyen etapas legítimas y comienzan leyes inexactas; espera no es relajo; y donde lo nuevo se renueva, veloz...

Prefiero perderme en el camino
A perderte en el camino.
Prefiero compartir tu hambre
A saciarme en soledad.
Prefiero conocerte demasiado
A desconocer hasta tu pasado.
Prefiero extrañarte una noche
A ser un extraño en tus días.
Prefiero tu nostalgia y tristeza
A las alegrías de otra mujer.
Prefiero amarte por error
A cometer el error de no amarte.
Y si ganarte es dejar siempre a tus esperanzas rotas
Prefiero siempre la nobleza de tu consuelo en mis derrotas.

Prefiero terminar el comienzo
A comenzar el final.
Prefiero que lo mejor sea recuerdo
A no haber conocido lo mejor.
Prefiero tu ropa en mi cama
A planchada y en un cajón.
Prefiero verte muy poco
A tener muy poco para ver.
Prefiero que me regales tus colores
A artefactos llenos de lujo
Pues prefiero siempre tu influjo
Y quiero aliviar tus dolores.
Y aunque seamos la tormenta que de pronto nos deja ahogados
Prefiero sentarme a tu lado, y mojado esperar al sol.


(Prefiero recordar poesías cursis que escribí ahogado, a no haber nadado nunca en el mar del enamoramiento.)