sábado, 27 de junio de 2009

Neuquén

Te extraño con la intensidad con la que nace un Universo
Tu manera de hacerme reír
Tu hambre continuo
Tu historia.
Te extraño en Neuquén o en mi habitación
Te extraño en silencio;
Las montañas entienden de inmensidad.

El tiempo es casi un absurdo
Mis días son el backstage barato
De la mejor novela posible.
¿Cómo pedirte más de lo que me diste?
Llevate todo
Y lo que no entre al cerrar tu valija
Guardalo para mí
Sería feliz reteniendo uno solo de tus defectos.

Te extraño con la intensidad con la que nace un Universo
Y a nadie le importa
A menos que te importe a vos.
Extraño tus ojos durmiendo a mi izquierda
Tus dientes, tu locura.
Extraño tus lunes absurdos y tu paciencia
Tus dolores, tus caricias.

No encuentro ni un cuarto de consuelo
En toda la Tierra
Elegiría tu camino aunque no fuese el correcto.
Sos mi única conexión con Dios;
Y este amor deshilachado
Es todo lo que me queda de la irrealidad.



(En Neuquén hacía frío, pero más dentro mío que fuera. En Neuquén estaba su fantasma, su recuerdo, su viento y su adiós. En Neuquén estaba el tiempo que le pertenecía, mi amor que era suyo, sus lágrimas. En Neuquén, maldita agonía, estaba todo menos ella.)

martes, 23 de junio de 2009

Tentación

1941. Era una tarde más para los Estados Unidos, pero no para el actor Ernest Halloway. Era el tercer día del rodaje de “To Be or not To Be” (Ser o No Ser), la película más importante de su carrera. Todo transcurrió bien hasta la tercera escena, en la que debía endurecer su rostro para pronunciar un monólogo del Hamlet de William Shakespeare. Inesperadamente, Halloway –a poco de comenzar el discurso- sonrió. El director marcó el error y la toma se repitió. La sonrisa, esta vez, fue más evidente. El director sonrió también, como muestra del buen clima de trabajo que existía. Cuando, tras la tercera toma, Ernest largó una estruendosa carcajada en la misma parte del monólogo, el director decidió dejar esa toma para el día siguiente. No hubo enojos porque Halloway era un gran actor, y lo demostró en las siguientes escenas.
Durante el segundo día, la parte del monólogo se rodó otras once veces. Con mayor o menor intensidad, la risa de Ernest estuvo presente en todas. Se sintió avergonzado. Algunos intentaron consolarlo, otros lo miraron de reojo. Hubo una nueva postergación. El tercer día, luego de la séptima escena fallida, con Halloway con los ojos lacrimosos, mitad por la tristeza y mitad por las risotadas que no podía contener, el director, furioso, le gritó: “¿Alguna vez va a transcurrir esta escena sin que ría como un verdadero estúpido?”. La respuesta fue afirmativa: Ernest Halloway no rió ni un poco cuando el 8 de marzo de 1942 vio el estreno de “To Be or Not To Be”, con un actor de menor calibre realizando su papel y luego de haber perdido 27 mil dólares por su error. Ni él, ni ninguno de sus compañeros, supo jamás de qué se reía.

miércoles, 10 de junio de 2009

Mes 67-72: Lágrimas, destrucción y el final de un gran amor

... donde todo murió; el día del fin del mundo; donde se cumplen las más tristes promesas de la Eternidad; y si aun así ella no es feliz, él se muere.

Era un nene de 16
Y me tiraron una bomba
Explotó mi voz por vos.

¿Por qué no fuiste cuando podías ser?
¿Por qué no supe evitarlo?
¿Dónde estaba Dios cuando te perdí?

Hoy soy sólo el recuerdo
De aquello que fui
Y me quiebro.

Ya no puedo verte al lado mío
Ya no puedo verte
Y ya no puedo ver.

Te llevaste hasta mis lágrimas durante un mes
Maldigo este 4 de febrero
Que me robó lo que quedaba de vos.

Abrazo tus restos y no tengo nada
Quizá una mañana recuerdes quien fui:
Alguien digno de adorarte.

¡Qué estúpido es jurarte ahora
lo mucho que te amé!
Estúpida melancolía
Que me arranca hasta lo que no tengo.
No te vayas...

La más grande soledad del mundo
Duerme en mi cama esta noche
Podría jurarte que escucho tu voz...

Por favor, que el mundo termine
Que no exista el amanecer
Del día que te perdí.

El mundo se mueve en vano
No sirve ningún consuelo
Si no viene de tus manos.

Perdí la fe al verte viajar
A años de ese pasado
En que te pude besar.

Hoy soy silencio y nudos
Soy un montón de vida
Que se murió.

Soy estos ojos mojados
Que quieren verte una última vez
Y quedar ciegos.

Soy tu sangre
que se volvió mía
soy cada uno de tus gestos.

No sería injusto morir
Después de haberte tocado;
alguien vio que era un error.

La noche que te fuiste
Y la tarde que llegaste:
todo guardo para vos.

No hace falta que lo aceptes,
No hace falta que lo sepas:
todo guardo para vos.

Te diría lo que quisieras
Si sólo pudieras oír
Lo único real que hice fue amarte.


(Si supieras que vas a morir justo después de hablar... ¿qué le dirías a la persona que más amás en el mundo?)

martes, 9 de junio de 2009

Imposibles

21 de diciembre de 2001. En Prilep, Macedonia, dos muchachos de origen albanés finalizan la subida a un cerro de 1.200 metros de altura. Minutos después, aún en la cima y con el conocido aburrimiento que genera estar sobre un cerro desierto, uno comenta al otro (en albanés, claro): “¿Viste lo que pasó en Argentina? Parece que lo estaban pasando mal y toda la gente salió a protestar a las calles pegándole a las cacerolas...”. Su compañero, con una intensidad que no corresponde a un hombre agotado, lo interrumpe y no duda en responderle: “¿Y eso qué me importa? ¿Por qué tengo que preocuparme por un país de mierda y tan lejano? ¿Se preocupa alguno de los argentinos por nosotros? ¿Sabe alguien que desde hace diez años somos nación, pero por culpa de los griegos nadie nos reconoce? ¡Es imposible que algún argentino hable sobre nosotros, lea sobre nosotros, escriba sobre nosotros! Ningún argentino sabrá jamás de mí, ni de vos, ni que estamos arriba de un cerro de más de mil metros en una ciudad hermosa llamada Prilep...”. Su amigo bajó la cabeza, avergonzado por la tonta idea de que las cosas no fueran así.

lunes, 8 de junio de 2009

Año 5

Pasó un instinto, una luz, el milagro que logra que dos personas se enamoren. Pasaron ilusiones hermosas y realidades complicadas. E ilusiones complicadas y realidades hermosas. Días de magia artesanal, de lágrimas prepotentes; arrebatos sentimentales, dientes al sol. Pasaron los mejores regalos y las peores ausencias. Compartir tardes hasta compartir vidas. Pasó aquella declaración, ese logro, alguna asimetría. Y mucho de lo que pasó se quedó para siempre.
Alguna vez un niño me enseñó que no se llora cuando el presente lo impone, ni cuando la situación lo exige: se llora cuando se siente la necesidad. Lógica o no; entendible o no. Lo mismo me animo a aplicarlo sobre la felicidad. Ningún premio o logro, ninguna disposición rutinaria tiene la capacidad de reemplazar a la más incontenible voluntad de sonreír -con o sin motivo explícito-. Esa sensación es la que contengo dentro mío ahora. Por un número, un símbolo, una fecha, sí. Pero especialmente por lo que pasó: un instinto, una luz, ese milagro que logra que dos personas se enamoren. Porque pasaron cinco años. Y estoy feliz.

martes, 2 de junio de 2009

Mes 61-63: Mi noche triste

Buscar la verdad es buscar un dolor
Te arrastran, la nostalgia, el tiempo
Saber que no hay Dios, o aprender a no saberlo.
La verdad y el tiempo son tristes.
¿Sentiste tristeza alguna vez, sin saber por qué?
Quizá sea la verdad, que te rozó los hombros.

A veces tengo frío y estoy solo
Y tengo muchas ganas de llorar
A veces pienso en mi papá,
Casi siempre no sé quién soy.
Cuando hablamos, juego a decir verdades
Juego a esquivar al miedo
La verdad es que no puedo, y duele.

Todo se va alguna vez. Y duele.

Quisiera, si Dios existiera,
Que me conceda un deseo:
Vivir y morir con vos
Para no sentirme tan solo
Para no sentirme tan triste.
A veces sé que te doy más de lo que puedo
Y está bien que sea así.
Si hubiese algo después de morir
Todo tendría sentido.

¿Por qué tacho algunas palabras y otras no?
¿Quién elige lo que escribo?
Pude tenerte en mi mente un ratito
Pude escribirte menos de lo que pensé
Pero me siento mejor.
Yo viví momentos que, solos,
Hubieran hecho que vivir valga la pena
El primer beso que me diste
El abrazo de un ser querido.

Noches como hoy toco un poco el fondo
Será que a veces se necesitan poesías
Que casi no tengan explicación.
A veces necesitamos cosas que no imaginamos:
Me hizo bien que sonrías conmigo
Me haría bien si dijeras que este poema no dice nada
Pero que aun así me seguirás queriendo.
Aunque les falten belleza y lucidez
Mis canciones siempre estarán
Así, quizá, algo puedas entender
Así, quizá, no todo se vaya alguna vez.


(Rebuscada, desprolija, hundida. Una canción dominada por una tristeza profunda que ya asomaba, que vislumbraba al fin del mundo. Un ruego temprano que ya era tardío, un ahogo de madrugada, frío, mucho frío. Todo se estaba yendo otra vez. Otra vez.)