sábado, 27 de octubre de 2012

Rodolfito

Por Martín Estévez

En el año ’94, Tati compró nuestro primer equipo de música con una novedad inmensa: la posibilidad de escuchar compact discs. En mi familia todavía se ríen de la pregunta de Gaby la primera vez que vio uno: “¿Y esto cómo se rebobina?”. Días después me regalaron mi primer disco: El amor después del amor, de Fito Páez.

Mi admiración por Fito había nacido dos años antes, cuando Mati bajó las escaleras con el cassette de El amor después del amor y lo puso para ver si me gustaba.

Me rompió la cabeza.

Yo tenía 8 años y no capté ni por casualidad las alegorías, metáforas e intertextos de las letras, pero me sentí fascinado. Los ojos se me quedaban fijos y mi cabeza, siempre tan grande e inútil, entraba en una dimensión de supermarkets, AZT’s, círculos de baba, mandalas y Gibson Les Pauls

No tenía ni puta idea de qué eran esas cosas, pero me excitaron el cerebro. Hubo algo en la melodía, en la voz, en esas catorce canciones que me transportó a un lugar que nunca había visitado hasta entonces. Sí: estaba conociendo a la música.

Me grabé el cassette en un TDK y lo escuché tanto que, cuando Gaby y Tati quisieron comprarme mi primer CD, ni tuvieron que pensar cuál debía ser. Y así, un tipo empezó a escurrir su voz entre mis ropas, entre mis amigos, entre mis tristezas. Desde hace ya veinte años, este tal Fito Páez es tan parte de mi vida como mi mano izquierda.

No soy su fan, no lo considero perfecto. Incluso algunas de sus canciones me parecen menos buenas que otras. Pero no puedo negarlo: aunque me inyecté en los oídos cientos de otros músicos, ritmos y sonidos durante estas dos décadas, es Fito quien está componiendo la banda sonora de mi vida.

En el secundario, con Nico cambiábamos las letras de sus canciones para transformarlas en futboleras. Veamos un ejemplo. Si El diablo de tu corazón decía:

¡Buenos Aires, sí, sacate el diablo de tu corazón!
Porque aquí en todas partes hay pibes en el balcón
También hay pibes en un cajón
Hay mucha rabia suelta, y angustia, nena
¡Y hay mucha, mucha desesperación!

Nosotros cantábamos:

¡Academia, sí, sacate el miedo de la promoción!
Porque aquí por todas partes hay pibes de Selección
Pibes que dejan el corazón
El Chanchi está de vuelta, y las redes llena
¡Bastía es lucha y recuperación!

Un poco más osada era la conversión de Lleva. La canción original dice en su parte más hermosa:

Llevame vos, llevo mucha nada en la valija
Llevarlo es preciso para amar
¡Llevame como yo te llevo!
Under, así, liviano
Llevame el fuego, no lleves mal.

Y nuestra traducción racinguista era:

Llevala vos, Chatruc, vos siempre sos una fija
Llevala vos, sos preciso y sos un crack
¡Sessa, que buen corte de pelo!
“Bajen, Lux, Green y Arano,
si yo no llego”, gritó Bressán.

No sólo marcó mi amistad con Nico, sino muchas otras relaciones. Conocí a Vanina porque su nick en el messenger era: “El tiempo a mí me puso en otro lado”, frase de Al lado del camino. Y esa canción representa mi vínculo con Pablo aunque no sepamos por qué. Tamara odiaba a Fito pero terminamos cantando juntos El cuarto de al lado. La última planta que me regaló Melisa dice en su maceta: “El tiempo cuenta al final lo que valió la pena”, un extracto de Limbo Mambo. Y otro Pablo de mi vida, Aro Geraldes, hasta se parece físicamente a él.

Mientras fui creciendo, descubrí que las palabras raras de sus canciones (hash, art decó, voyeur, requiem, Jobim, steady cam, Kubrick, Chagall) en realidad existían; y cada vez que me aprendía una, sus canciones se resignificaban. La semana pasada, sin ir más lejos, leyendo un número de Orsai descubrí que macoña, eso que menciona en Ojos rojos, es el nombre que recibe la marihuana en Brasil. ¡Ahora entiendo, viejo!

Quiera o no quiera, sus frases están todo el tiempo en mi cabeza, asegurándome que “nada nos deja más en soledad que la alegría si se va” y que “lo que perdemos lo volvemos a amar”, aconsejándome que “no dificulte la llegada del amor” y recordándome que “nadie nos prometió un jardín de rosas”

Fito, Fito, Fito. Camino por Oliden tarareando Soy un hippie, me anudo la garganta escuchando Las palabras encerrado en casa, adoro Un vestido y un amor al repasarla en silencio, grito la letra de Sable chino mientras escribo este texto. Canté tanto sus canciones que a cualquier tema, aunque sea de Valeria Lynch, termino cantándolo con su voz. Los que me conocen saben que no es chiste.

Está tanto Fito en mi vida que lo tienen incluso acá arriba, en el nombre de este blog: Palabras enreveradas es antes que nada un homenaje a él, que inventó la palabra “enreverado” en la gloriosa Al lado del camino.

Se supone que este texto viene a cuento de que se cumplen veinte años desde que compuso El amor después del amor, y de que me emocioné escuchándolo en el Planetario. Pero podría haberlo escrito ayer o mañana, a los 10 años o a los 37, porque Fito es un tipo que desde hace dos décadas es parte de mi vida cotidiana y de mis giros, de mis mañanas entusiastas y mis noches melancólicas, de mis euforias y mis despedidas, de mi viejo mundo y de mi mundo de hoy, de mis hermosos buenos tiempos y de mis más dolorosas e inolvidables tumbas de la gloria.

13 comentarios:

Fer dijo...

Martín querido, yo no soy una fanática ni mucho menos,pero Fito, y más el Fito de los primeros tiempos, el Fito del Amor después del Amor, siempre me gustó.Y lo he ido a ver (siempre gratarola)en más de una ocasión. El otro día, mientras su voz sonaba a través de Vorterix, yo lo escuché y lamenté no haber estado ahí como en los viejos tiempos...pero no importa porque las tardes siempre seguirán siendo del sol y las noches del agua. (escribiendo, sos un genio)beso!

Martín Estévez dijo...

Fernanda, tu nivel de gentileza es notable. Gracias por tus siempre lindos comentarios.

Chunita Arias dijo...

Me encanto! y eso que Fito no me gusta. Te Quieroooo!

Sofi Tagle dijo...

linda nota, me encantó!

Tatiana Sawicki dijo...

AY...recuerdos que no voy a olvidar jajajajaja...te quiero Martin!!!!

Pablo Aro Geraldes dijo...

Es verdad, si "se proyecta la vida" como una película, cuán presente está Fito en la banda de sonido....
Otro texto bellísimo... Un abrazo enorme.

Nico Briant dijo...

sos un genio, que recuerdos me trajiste!!! Te quiero mucho amigo!!!

Nico Briant dijo...

le hicimos una a mi amigo el gato leeb..."que bien, me veo ascender, sin jugar la promoción... Los goles que haces..." no me acuerdo más, vas a tener que buscarla jaja.

Martín Estévez dijo...

Me la sé de memoria. Era con el ritmo de Rey Sol, fines de la temporada 2000/01, Banfield arrastraba 22 sin perder.

"Qué bien, me veo ascender, sin jugar la Promoción
Garrafa es el diez, ¡que la pise otra vez!, merece salir campeón
El Gato Leeb repitió un grito durante este campeonato
Le hizo uno a Quilmes, y si juega otra vez, puede hacer otro el Rey Gol.

La la, la ra la la, la ra la la, la ra la
No te vayas de Banfield, te lo pido,
No, no te vayas, che Gatito querido.
Sabés, si estás en Banfield se me alegra el corazón
Los goles que hacés ayudaron a hacer
del Taladro un gran campeón.

Y lo que pasó, pasóoo
¡el Gato Leeb con sus goles me alegra la vida!
Ah, Gato, Gato... ¡Leeb es lo más!

La la, la ra la la, la ra la la, la ra la
Qué bien definía el Chueco Delfino,
¡y hoy hace goles hasta Pablo Del Río!
No perdemos hace 22 partidos
Y si Raposo mete un gol me voy caminando a Lujáaan...

Rey Gooool... Rey Goooool..."

Nico Briant dijo...

No si sos un grande...se me vinieron a la mente las horas de arte y no se que mierda, las de la suplente de geografia, las del pelado que en teoria daba alguna "materia contable" pero nunca nos enseño nada...jajaja que tiempos...

Martín Estévez dijo...

La mejor parte, claramente, es la de Raposo.

Nico Briant dijo...

jajajaja lejos!!! Y la de del río también, creo que se deben imaginar en su vida que alguien los pudo haber nombrado en una canción jaja al gato si se lo conté esto. Se la voy a mandar. Jaja

N. H. dijo...

Entiendo esto de que un artista te musicalice la vida. Celebro tu manera de contarlo. Y además, propongo un premio a tu excelente memoria.