Invento que me gustaría estar en estos lugares, pero cuando estoy me quiero matar. Me siento extranjero, aparatoso, desubicado. O sea, llegué y busqué a los organizadores de la feria y ¿qué me dicen? No hay, acomodate donde puedas. ¿Cómo es que nadie se hace cargo de esto?
El lugar se llama "La Toma", madrecita mía, tuve que atravesar dos pisos de una escalera oscurísima para llegar a este antro de la perdición. Queda a metros de la estación de Lomas y ni siquiera sabía que existía. Hablando de madrecita, no puedo creer que le dije a Tati que pase a visitar mi puesto. Cuando venga va a pensar que entré en una secta satánica.
"Feria del Libro Independiente y Autogestiva", qué nombre más largo y pomposo. FLIA, dicen algunos carteles, se ve que ya se hizo varias veces en otros lugares. Me acaban de regalar un pedazo de pan relleno. Lo como con miedo, ¿le habrán metido algo? Rico, al menos, está.
¡Qué pasión tiene esta gente por las historietas! Jamás lo hubiera pensado. Las miran sin apuro, me preguntan, sonríen, incluso me compraron varias. Cambié una malísima de Punisher por un pan relleno entero, la verdad que está buenísimo.
Cuando llega Tati ya estoy con mi amigo Leandro (que tampoco entiende bien dónde estamos pero se divierte) y con un niño simpatiquísimo al que le termino regalando una de Spiderman. A Tati no le importa nada: sonríe como si estuviera en un recital de Sergio Denis, pero en un teatro un poco excéntrico. Hasta se compró una artesanía que encontró por ahí.
Circula un montón de gente, hay música en vivo, vendí casi todas las historietas que traje. Con Leandro nos causa gracia estar acá, me entero que la FLIA se hace hace tres años en varios lugares de Buenos Aires, ¡qué divertido sería ser parte de algo así, aunque sea tan distinto a mí!
Me voy a buscar al chico de la torta de algarroba (Leandro me dijo que es algo rico) y le cambio las dos porciones por cuatro historietas, total acá me regalaron de todo. Le comparto una porción a Leandro y entiendo que estoy siendo feliz.
4.874 días pasaron desde aquel 20 de agosto del 2013. Participé de montones de FLIA's, en 2015 fundé la FLIA Lomas de Zamora, en 2020 coordiné la única reunión virtual realizada entre FLIA's de ocho ciudades distintas. Fui parte de la asamblea de La Toma, hasta me dieron una llave cuando alfabetizaba a personas en situación de calle: querida Toma, cuántas cosas viví ahí adentro.
Tanto amé a la FLIA que, cuando con Leandro creamos el Movimiento Etiopía, no dudamos en que fuera nuestra primera organización amiga.
En ese momento no lo supe, pero esas escaleritas fueron mi puerta de entrada a la dimensión de lo gratuito, lo compartido, lo cariñoso, pero no con personas amigas, sino con absolutos desconocidos. Un poco de la FLIA vive en mí y en cada actividad comunitaria que hice y hago desde ese día.
Necesito escribir toda esta cosa sentimental porque hace ya tres años administro sin sentido (y sin actividad) la página de la FLIA Lomas de Zamora. Cada vez que entro a Facebook está ahí al costado, diciéndome "hacé algo conmigo".
Las cosas terminan, por suerte. Borges me enseñó que la inmortalidad sería el peor de los infiernos. "La cosa editorial se ha encaminado por muchas otras diversidades y eso es de celebrar -me escribió hace un tiempo Tino, de la FLIA Córdoba-. Antes éramos la única voz uniendo la autogestión y la poesía: ahora hay muchísimas y eso tiene mucho sabor a misión cumplida. A veces está bueno dejar a la FLIA en paz. Esa es otra grandeza que la FLIA nos enseñó. Martín, cumpa querido, ¡donde vos estés estará la FLIA!".
Hoy, lunes 23 de diciembre de 2024, es el momento en el que, con dolor absurdo y real, retroactivo y nostálgico, estoy apretando el botón que cierra una enorme etapa de mi vida.
Saludo con enorme amor a todas las personas que me crucé en Remedios de Escalada y Avellaneda, en Floresta y parque Las Heras, en Glew y Burzaco, en tantos lugares donde mi puesto de historietas se convirtió en el de mis primeros cuentos y después en el de Etiopía. Cariñosos, independientes y autogestivos saludos a la FLIA.