Por Martín Estévez
Porque hasta los ciegos pueden ver si realmente lo quieren
Y porque no hay peor ceguera que la del que tiene miedo de ver,
Porque la lluvia nunca pudo detener al sol
Y porque en total oscuridad, las estrellas brillan más que nunca.
Y siempre.
Porque los recuerdos, a veces, pueden más que la ansiedad
Y porque aunque lo tengas todo, querés más y más.
Porque el amor jamás va a tener explicación
Y porque si la tuviera, ya no sería amor,
Porque el frío existe más allá del invierno
Y porque un frente de tormenta no significa que nos vayamos a mojar,
Porque un símbolo puede perder su brillantez
Y porque no por eso deja de ser un símbolo.
Y siempre.
Porque estudiaste cada uno de tus movimientos
Pero no aprobaste todas las materias de la vida,
Porque los días pueden llegar a ser muy cortos
Y porque el Sol no sólo sale de día.
¿Acaso nunca tuviste una noche de Sol?
¿Acaso nunca perdiste al ganar?
¿Acaso nunca ganaste al perder?
Eso, o un par de lágrimas en soledad
Da igual...
Y siempre.
Porque aunque un chapuzón refresque, podés terminar ahogado
Y porque el camino más corto siempre es el más largo,
Porque las ganas las perdiste hace rato, pero la esperanza no
Y porque la esperanza nunca se cansa,
Porque a veces parece que nada te salva
Y porque esa canción no te salva, pero ayuda.
Y siempre.
Porque al tornillo que nunca se te perdió lo volviste a encontrar
Y porque siempre falta una linterna cuando estás en cortocircuito,
Porque con ese tornillo no la podés fabricar
Y porque igual lo intentás, lo intentás y lo volvés a intentar,
Porque casi lo lográs
Y porque es eternamente casi.
Y siempre.
Porque nunca te olvidás de lo que querés, aunque nunca lo recuerdes
Y porque no te entregás así nomás, aunque lo quieras aparentar
Porque cuando la suerte está de huelga, encontrás tu propia medicina
Y porque sin mentir, ganaste con tu 5 de bastos
Porque aunque no te muevas, siempre llegás a otro lugar
Y porque siempre tenés algo para decir y para reírte.
Y siempre.
Y, por favor, terminemos por el final...
(El mito: esta poesía habría sido escrita por un adolescente de 13 años que aprendía a jugar a las letras, con un disco de Los Caballeros de la Quema de fondo, y con ningún sueño roto).
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