domingo, 23 de agosto de 2020

Vanina (parte I)

Por Martín Estévez

Si algo le faltaba a mi vida el sábado 18 de octubre de 2008 era magia. Yo escribía en una revista que se publicaba en Puerto Rico y extrañaba a una ex novia que había dejado de amarme hacía muchísimo. Había llegado la internet a casa y los fines de semana chateaba de madrugada, mientras Tati dormía a mis espaldas. Trataba de no hacer ruido con el teclado para no molestarla. Respiraba gris. 

En salas de chat o páginas ridículas como “¿Sexy o no?” conocía decenas de personas que agregaba al MSN y con las que no conversaba nunca más. Ese 18 de octubre, apareció conectada una foto pixelada en la que se veía una cara acostada sobre un almohadón (igual a la mía) y una frase de Fito Páez: “El tiempo a mí me puso en otro lado”. Cuando le pregunté “vos también acostada?” empezó una de las mejores historias de amor de mi vida. 

 Tal vez tendría que explicar muchas cosas para que entiendan por qué, con Vanina, volvió a mi vida la magia (no magia de creo-en-los-unicornios, magia de siento-algo-que-la-ciencia-no-explica), pero yo no les subestimo a ustedes: entiendo que pueden reconstruir las infinitas horas que faltan en estos pedacitos arbitrarios de chat, insulsos sin contexto, disecados sin vivirlos de madrugada, con creatividad, con empatía, con sus propias historias. Y si sale mal el intento, no importa, qué va a importar: lo único que quiero es hablarles de Vanina. Bienvenides a la primera parte de la historia. 

• •  18 de octubre de 2008 • •  

Martín: El tiempo te puso en otro lado. ¿En dónde? 

Vanina: El muy jodido me trajo de Capital a Pinamar. Mala pasada me jugó. 

M: ¿Qué tu mail sea “tan.ilógica” me tiene que preocupar? 

V: La lógica es el camino, lo ilógico es meterte en medio de los yuyos. Cuando es cuestión de vida o muerte, andá por el camino. Pero cuando tenés tiempo, ¿a quién no le gusta perderlo entre árboles y yuyos? 

M: Qué profundo para alguien de 17 años. 

V: Es culpa (o dicha) de la noche. Durante el día, sale de mí una parte que preferiría asesinar, y dice cosas como “o seaa, tipo, re copado mal, gordita, arree…”. Pero en los domingos nublados, ¿qué más placentero que ir al Parque Rivadavia, revolver libros viejos y dejarse estafar un rato por los vendedores de los puestos? 

M: ¡No podés existir! Odio estas cosas: uno anda por su vida gris, haciendo cosas grises, pensando en mundos grises, sin emociones violentas, sin opresiones en el alma, sin ilusiones enormes. Entonces aparece una chica que dice “arreee” todo el tiempo, y tu noche de sábado gris se convierte en lluvia de fibras fosforescentes. ¡Te odio! 

V: Por eso siempre hay que llevar paraguas, o pasear bajo la lluvia y disfrutarla. Después de todo, uno nunca sabe cuánto puede durar… pero lo seguro es que es pasajera. 

M: Pero las chicas fluorescentes son difíciles de lavar del alma: tienen esa tinta en la mirada…

V: Entonces solo queda disfrutar del agua. Mojarte la ropa y llevarte un poquito de esa agua a casa. Así, cuando la lluvia pase, vas a tener algo que conservar. 

M: ¿En el país de las mujeres imposibles, hoy adelantan una hora el reloj o no? V: Aaa, estoy en contra de eso. 

M: ¿De las mujeres imposibles? ¡Yo también! Te enseñan que son todas iguales, ¡y después aparece una que está contra el cambio de hora! 

V: ¡Es que es indignante! La hora es una de las pocas cosas libres, que vienen de la nada y a la nada van. ¡Y estos señores la quieren modificar! 

M: Es tan terrible como talar un árbol. 

V: Se me acaba de ocurrir una paradoja: si una persona llora por la tala de árboles, ¡se tiene que secar con pañuelitos de papel! Porque no es humano secarse con otra cosa que no sean pañuelitos Elite doble hoja. 

M: A mí se me ocurrió una solución: si alguien llora por la tala de árboles tiene que dejar caer sus lágrimas, para regar la tierra y ayudar a que crezcan nuevos árboles. 

V: Bueno, me desconecto. Me gusta prolongar esto lo más posible, porque cumplo un ciclo con las personas: “conocerlos – pasarla bien – pasarla re bien – distanciamiento – olvido”. O sea que cuanto más tardemos en quemar etapas, más te voy a tener. Prometo cuidarte mientras seas mío. 

M: Ahí te vas, dejando la lluvia de fibras. Supongo que saldré a caminar sin paraguas, para ver si te encuentro caminando entre los yuyos. Total, tenemos tiempo, ¿no? 

V: Muchísimo. Solo espero que la lluvia que ahora te gusta, no te termine molestando. 

M: Si deja de gustarme la lluvia, me gustará la nostalgia del gusto perdido. 

V: Y al menos sé que vas a guardar un poquito de agua en un frasquito… así no siento que lloví en vano. 

• •  25 de octubre de 2008 • •  

V: La amistad es siempre mejor que el amor. Los amigos son para siempre. Los novios, para un para siempre más corto… 

M: Con tanto chiste sobre ser flogger, ya me pregunto en serio si tenés fotolog… 

V: Emm… TENGO.

M: Jajaja, ¡flogger! 

V: Vos? 

M: Bueno… emmm… de una manera extraña… no muy tradicional… SÍ. 

V: ¡Sos un farsanteeeee! Criticás a los floggers: TENÉS FLOG. ¿Dios míoo, cuántas mentiras más voy a tener que soportar? 

M: Jajajaja. Te quiero. No puedo evitar decirlo. 

V: aaaaaaa, ¡este momento es momento Kodak! Es la primera vez que me decís “te quiero”. Espero que no sea la última. 

M: Esto va demasiado rápido. 

V: El tiempo que me rige no es el mismo que rige a la humanidad, Martincito. De modo que no te preocupes, dejate llevar y disfrutá del viaje. Otra cosa: eeeu, me gusta muucho lo que escribís. Tu nivel de flasheo, de pasar de un tema a otro relacionándolos así. Me suelo aburrir de la gente vana, tonta y superficial que solo me habla para invitarme a algún lado algún día y sacarse meses de calentura virtual. Y vos no sos así. 

M: Sos ácida, eh. 

V: Eso depende de la persona con la que trate. Sé que vos lo resistís y lo usás como material para una futura bomba de limón. Si trato así, a mis amigas se me ponen a llorar. Con ellas soy una dulzura caminante. Vos sos sarcástico, y eso está muy bien. La persona que no es sarcástica es porque no puede serlo. 

M: ¿De dónde sale todo lo que tenés en la cabeza? 

V: No sé, está ahí. A veces hace ruido, y molesta. A veces trato de ignorarlo para divertirme más. 

M: Es hora de encontrarte defectos. 

V: Te puedo ayudar. Soy posesiva. Soy histérica. Hoy quiero a Dios, mañana al Diablo. Vivo en una suerte de existencia que me pasea entre un pasado idealizado y un presente a veces bueno, a veces horrible. Tengo un problemita respecto a la constancia. Cada determinado periodo de tiempo desaparezco del mapa. Me canso de todos y necesito irme sola al medio de la nada para pensar todo lo que pasa. Después extraño, necesito, me termino sintiendo humana otra vez. Eso termina enojando a todos mis proyectos (de amigos más que amigos, claro) (…) Quiero decirte algo que todavía no te dije: tenés un don especial para hacer que todo suene a realidades salidas de las páginas de Dolina. Es algo verdaderamente mágico. 

M: No lo digas, me pongo a lagrimear, este es un verdadero momento Kodak… 

V: Sí, leo a Dolina a los 17 años. Te faxeo los pañuelos. Mirá si te pasa como la historia de la primera novia, pero en tiempo presente: me buscás, me encontrás y ¡PUF! Desilusión. Toda esta conversación me parece increíble. No me podés caer más bien, porque a esta altura del viaje sería imposible. 

M: Me hacés sentir raro. 

V: Es el mejor elogio que me podés llegar a hacer. 

M: “Los que recuerdan están rescatando cosas de la muerte. A su manera, son salvadores”. 

V: “No hay mejor amor que el que nunca ha sido. Los romances que alcanzan a completarse conducen inevitablemente al desengaño, al encono o a la paciencia; los amores incompletos son siempre capullo, son siempre pasión”. 

M: Muy raro, me siento. 

V: Al menos te sentís. 

M: Gracias por eso. 

V: aaaaa, yo me siento feliz. Sonrío y sé por qué: porque me alegraste. Me permitís ser un YO que no ejercito casi nunca. Un YO que me gusta más que el YO que generalmente represento.

M: Sos hermosa y no se diga más nada en este planeta. Que se callen todos y escuchen el eco de esa frase. 

V: No puede estar tan llena de momentos Kodak esta conversación. Ya es épica. Gracias por ser el primero que me dice eso sin conocerme, solo por como pienso. Vale más para mí que los “hermosa” de todos los demás. 

• •  27 de octubre de 2018 • •  

V: ¡Oh, my fucking god! 

M: ¿Cómo blasfemás en nombre de Dios? ¿No te dijeron que algo malo puede pasar? 

V: Todavía estoy esperando lo malo, para así jamás volver a blasfemar. Que baje, me golpee y me diga: MALEDUCADA. Voy a ser su sierva toda la vida. Hace dos años soy una niña del Instituto María Auxiliadora, pero mis ideas no pueden ser uniformadas ni obligadas a adaptarse a un régimen impuesto, que solo busca anular la individualidad de los adolescentes.

M: Sos un rompecabezas de 5.000 piezas, tengo solo 3 y lo peor es que se me perdió la caja. 

• •  2 de noviembre de 2008 • •  

V: Nosotros somos piezas de la misma caja de rompecabezas, y eso es difícil, considerando que cada persona es una pieza ¡y hay millones, billones de cajas a las que podrías pertenecer! Y más raro aun es que encuentres a las cuatro piezas que van enganchadas con vos. Nosotros estamos en la misma caja, Martín. Eso es seguro. ¡Nos reconocimos en cuanto nos vimos! 

M: Te creo. No sé por qué, pero te creo casi como si fueras solo una verdad que va por la vida gritando. Mucho cuidado con dejarme colgar de barriletes que no soportarían el peso de mis miserias. 

V: Tenés la facilidad de decirme cosas que me halagan de una manera completamente distinta de todas las maneras en las cuales me halagaron alguna vez. 

• •  10 de diciembre de 2008 • •  

V: Si seguís metiendo elogios en mi cabeza, voy a terminar explotando. La gente no va a entender qué me pasó hasta que los forenses lleguen a mi computadora. Y ahí van a querer perseguirte, pero vos tenés que correr mucho y muy rápido. De esa manera, podés iniciar una vida de fugitivo hasta que, en algún desierto de México, dentro de algunos años, encuentres a una nena chiquita que usa chupines violetas y habla con metáforas constantes. Vas a darte cuenta que se trata de mí de inmediato, y la reencarnación se te va a presentar como un hecho. ¡Volví a la vida y nos reencontramos! ¡Alabado sea Alá! 

• •  12 de diciembre de 2008 • •  

V: ¿Viste qué linda la sensación de escuchar canciones que fueron muy importantes para vos hace algunos años? Te da como un “no sé qué”. Como tomar sopa y agua fría, una después de la otra. Escalofríos en la panza. Te quiero, Matín. Definitivamente te quiero. 

M: Me pareció escuchar algo, como si me hubieran explicado para qué venimos al mundo. 

V: Antes que sea más tarde, antes que se me olvide, o antes de que se te desconecte la PC, te quiero decir gracias. Por preocuparte, tomarte el tiempo de hablarme, por todo. 

M: Me gusta leerte. Mucho. Hablo de eso con algunas personas. De una chica a la que me gusta leer. Aunque no me lo creas, aunque yo no me lo crea, no necesito otra cosa.

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