Voy a lo de Tamara, compro papas fritas en el camino, me espera con la comida lista. Me siento triste, pero disimulo. Le digo que probablemente vaya a Mar del Plata a hacer unas notas. "¿Y yo qué voy a hacer?", pregunta. Lo mismo me pregunto sobre mí.
• 7 de enero •
Desayuno con Mariana Jota. Se separó hace poco y vive sola hace más poco todavía, lo que le genera melancolía cuando habla. Entonces nos entendemos bien. Tati se va a la costa. Cuando parte el micro y mira por la ventanilla, me bajo los pantalones para que se ría.
• 13 de enero •
Me siento tan a contramano conmigo mismo que a veces te miento y me censuro algunas cosas. Creo que podés imaginarlas sin esforzarte demasiado.
• 15 de enero •
Sigo esperando estrellitas en el laberinto para saber cuál es el camino correcto, pero no aparecen, ni van a aparecer. Los días no están mal, pero sé que ésta no es mi canción, que estoy escuchando un disco equivocado. Le estoy exigiendo al mundo algo que tengo que hacer yo.
• 25 de enero •
38 grados y no hay tren: corte de vías y los colectivos no paran porque vienen llenos desde Alejandro Korn. Justo con este calor, justo hoy que tengo el tiempo contado, pero ni así me molesta. Cada vez me gustan más las manifestaciones.
• 19 de febrero •
Después de la derrota de Racing, con Tamara vimos una película de dibujos animados muy triste. Aprovechando la luz apagada, dejé escapar una lágrima. Hace mucho que no me permito llorar.
• 9 de marzo •
Tuve terapia y fue duro. La señora se aprovecha de que estoy débil. Es la segunda vez que lloro en su consultorio.
• 8 de junio •
Tamara dio mal el último final y nos quedamos con la harina en las manos; rinde otra vez el lunes. Ah: me dieron las llaves de mi departamento.
• 9 de junio •
El sábado iré a pintar mi departamento. El principal problema es que no tiene bidet: guarden esa frase para la posteridad. Hoy será una de las últimas veces que dormiré donde dormí siempre. Fanny, mi abuela bielorrusa, lloró cuando lo supo, un poco por felicidad y mucho porque otro más se va. Voy limpiándome la culpa con lágrimas viejas, de esas que lloraba en vano cuando creía en amores idílicos, en novias que volverían, en adolescencias infinitas. Ahora lloro menos, calculo más, no me animo a jugar a nada de lo que no sepa las reglas. Casi siempre me odio.
• 17 de junio •
Me voy mañana en un camión que mudará menos de lo que imaginás: una cama, unas bolsas de ropa, una Mac en la que escribí sobre tenis africano y chateé con dieciseis chicas, una guitarra. Sin heladera, mesa, Internet ni televisión: una mudanza como la que imaginé. Una refundación. Me voy, me mudo. La hizo Víctor con sus brazos y la disfruté yo, pero me toca inventar una casa propia, que también construyó otro, pero que será mía. Me gustaría poder decir que no estoy muy nervioso.
• 27 de julio •
Tengo los huevos bastante al plato. Digo malas palabras para descargarme: teta, culo, puto, concha. Mierda. Estoy tenso en estos días.
• 15 de agosto •
Sigo corriendo, y leyendo diarios viejos, y con manchas en la piel, y jugando contra mí mismo, creyendo que cuando quiera voy a poder dominar todo, sabiendo que no va a ser así.
• 9 de septiembre •
El jueves le diré a mi psicóloga que no voy más. Un poco porque me aburre, mucho porque cien pesos la sesión me deja sin comer.
• 16 de septiembre •
No soy bueno en tenis de mesa: me pegó un paseo una chica de 10 años. Lindo el tenis de mesa y lindo mi amigo Leandro, que me invitó a sumarme. Me gustan estos mails, disfruto pensando cuánto disfrutaré leerlos todos juntos dentro de algunos años.
• 5 de octubre •
Lo malo es que llevo dos días de mal humor. Lo bueno es que mi mal humor no es tan malo como en otras épocas. Lo malo es que mi buen humor no es tan bueno como en otras épocas.
• 16 de noviembre •
Estoy 24 de 37, con mis mochilas acomodadas: la infancia traumática, la novia que se va, el abuelo que muere. Puedo caminar sin que me duela la espalda, y es bastante. ¿Me ves optimista? No te preocupes: todo el tiempo recuerdo a Somalia, a Etiopía, a la muerte bailando en África. Además, creo que nunca te conté sobre mis hemorroides. ¿Optimista? Ja.
• 24 de noviembre •
Me levanté a las 7 en lo de Tamara, corrí a mi casa, me bañé, agarré yerba, galletitas, mermelada de naranja y a la facultad. Leandro, el Harry Potter del sur, ya estaba. Anahí, la Violeta del siglo XXI, llegó después. Nos entregaron nuestro parcial grupal: 9. Hicimos cosas adolescentes en el supermercado, como jugar con pelotas de rugby, y llegué tardísimo al trabajo. Evidentemente, no me tomo en serio a El Gráfico.
• 31 de diciembre •
Estoy un poco como el orto. Pensé en no contarlo, en obviarlo, pero mejor no. Me doy cuenta de que éste es el único espacio que no contaminé de mentiras. No fue un mal año el 2011, medio hincha pelotas, pero no fue malo. Ese es todo mi balance. Feliz año, Pablo querido.
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